Toda oveja tiene el derecho de escuchar predicaciones de
calidad en su iglesia.
Una buena alabanza y una buena predicación con adecuada
ministración, son el corazón de todo culto; es lo que gusta, lo que atrae, lo
que mantiene vivas, alimentadas y activas a las ovejas; si un culto carece de
eso, se torna insípido, frío y rutinario…
Cuando el pueblo ha alabado bien a Dios, lo inmediato que
anhela es escucharle; se espera una prédica de calidad, pero algunas ovejas se
quejan de la pobre predicación, otros de la excesiva duración de los sermones o
de la falta de amor o falta del Poder del Espíritu de Dios en el predicador o
maestro, o de que no hay ministración después de la prédica.
La calidad de la predicación bíblica no se mide por cuánto
tarda o cuántos gritos y saltos; 25 a 45 minutos de predicación bíblica,
erudita, iluminada, ungida y amorosa valen oro… y más, si luego se le acompaña
de una buena ministración; es una gran bendición disfrutar de predicadores así.
Pastor, dale eso al pueblo y las ovejas te lo agradecerán…
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