Sigo extrañando los cultos de antaño…
En muchos
cultos pentecostales el momento de alabanza y adoración es solo un concierto, y
a veces tan estridente: Los de la plataforma cantan, no adoran; y los congregantes
son solo espectadores; no pueden cantar porque o no se saben la letra o el
canto no es congregacional o el género musical no les agrada; entonces mucho
menos pueden adorar… Y faltando la adoración no es de extrañar el ausentismo, la
decadencia, el vacío, la frialdad y mundanalidad en esas congregaciones. Lo
peor, que todavía se preguntan: “¿Por qué el Espíritu de Dios no está presente
manifestando poderosamente sus dones, fruto y ministerios?”...
Si vamos al
culto, vamos a adorar a Dios; Pastor, implementa una buena alabanza… ¡Es tu
responsabilidad…!
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