LOS 4 VIDEOS DE ESTA REFLEXIÓN:
VIDEO 1: https://youtu.be/qsuP1os8n3Y
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VIDEO 2: https://youtu.be/1UZYd52qamk
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VIDEO 3: https://youtu.be/5WTzidgxOjE
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VIDEO 4: https://youtu.be/Nxh39o6cXBI
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La conversión de Saulo de Tarso, o Pablo, es la más
famosa de las conversiones en toda la historia de la Iglesia; Lucas la narra
en (Hch 9:1-19)
y en el mismo libro, aparece Pablo narrándola, en 2 ocasiones: (Hch 22:6-16) (Hch 26:12-18).
Hechos 9.1, empieza la narración
diciendo:
Saulo, respirando
aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase
algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas
yendo por el camino, aconteció que…
Vamos a considerar, aquí, seis características del
encuentro que Saulo de Tarso tuvo con Jesús.
1. EL ENCUENTRO FUE INICIATIVA
DIVINA.
Saulo de Tarso era un hombre inteligente, de alta
preparación; político, religioso irreprensible, piadoso, temeroso de Dios,
conocedor de la Escritura y muy celoso de sus tradiciones y creencias.
Saulo tenía:
Preparación
Prestigio
Autoridad
Religión
Y, fuerte convicción de sus creencias y deberes
sociales.
Saulo creía en Dios, pero no le conocía; tenía
religión, pero no salvación; era conocedor de la Escritura, pero ignorante de
Dios; obedecía la autoridad terrena, pero no la autoridad divina.
Saulo lo tenía todo y a la vez no tenía nada…
Pero el poderoso y feroz perseguidor de los cristianos, llegaba a su
fin; tendría un encuentro inolvidable que le daría un giro de 360 grados a su
vida.
Hay dos formas de encontrarse con Dios: Por
iniciativa humana, y por iniciativa Divina.
Por iniciativa humana, tenemos el ejemplo de
Zaqueo, que procuraba ver quien era Jesús, y venciendo todos sus impedimentos,
logró mirarle y obtener así su salvación. (Lucas 19.1-10).
Cuando el hombre busca de todo corazón un encuentro
con Cristo, lo tendrá, como en el caso de Zaqueo.
La otra forma
de encontrarse con Dios es…
Por iniciativa divina, como el caso de Saulo.
Saulo no andaba buscando a Cristo, pensaba que en su religión tenía todo
lo que necesitaba ante Dios, y que todos los cristianos estaban equivocados y
que deberían mejor seguir la religión
que él tenía…a las buenas, o a las malas.
No fue Saulo quien buscó al Señor. Fue Cristo quien
lo encontró, para darle salvación y hacerle el último de sus Apóstoles.
Así lo reconoció después Saulo: ”Pero cuando agradó a
Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí…” (Gálatas 1.15-16).
Si
tú buscaste a Cristo, y le encontraste; o si Cristo te encontró a ti, en ambos
casos, todo ha sido por la pura voluntad de Dios, quien te ha permitido
encontrarte con tu Señor. Cristo lo dijo: “Ninguno puede venir a mí, si
el Padre que me envió no le trajere…” (Juan 6.44).
2. EL ENCUENTRO NO FUE EN UN
LUGAR ESPECIAL.
“Al
llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente…”
El encuentro de Saulo con Cristo, se dio en el
camino a Damasco, no en un lugar acondicionado especialmente para tal efecto,
ni con enseñanzas ni ministraciones, ni lavados de cerebro de nadie; ni le
costó nada de dinero ni tuvo que hacer “pactos” o “siembras” en el ministerio
de nadie, ni tuvo que hacer “declaraciones” ni “actos proféticos”, ni nada. Que
no te engañen. Todo eso sólo enriquece a los “vividores del evangelio” quienes
buscan su propia gloria y provecho.
Hay falsos ministros vendiendo la idea de que un
encuentro con Cristo, sólo se da en sus actividades bien cobradas, donde además
te sacan dinero extra. Negocio puro. Dios no necesita ni lugar, ni ministros,
ni enseñanzas especiales, ni tu dinero, ni nada, para llegar a ti.
Cuando Cristo quiera llegar a ti, llegará; y cuando
tú quieras encontrarle de todo corazón, le hallarás, en el lugar que le
invocares.
Tu encuentro con Dios no requiere de lugares
especiales ni que pagues nada a nadie.
3. EL GENUINO PODER DE DIOS, MANIFESTADO.
En
ese encuentro, se manifestó el poder de Dios, de las maneras siguientes:
a) La
gran luz resplandeciente.
Saulo continuando con su
relato, dijo:
“Como a mediodía de repente me rodeó mucha luz del cielo; vi una luz del
cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que
iban conmigo. Y los hombres que
iban conmigo se pararon atónitos, (vieron a la verdad la luz, y se espantaron)”. (Hechos 22.6-9, paráfrasis mía).
b) La
caída de Saulo y de sus hombres, a tierra
“Y habiendo caído todos nosotros en tierra.”
No sabemos si Saulo y sus hombres iban a pie o en caballo a la ciudad de
Damasco. En algunas obras de arte lo han dibujado en un caballo, y muchos
comentaristas afirman que no iban a caballo. La Biblia no lo dice, pero su
viaje a Damasco implicaba recorrer 225 km, y llevando prisa, no creo que se
hubieran animado a viajar a pie.
Sea como sea, todos cayeron a tierra, no sólo por la impresión, sino
por la Gloriosa presencia de Jesús.
Algo similar le pasó a Juan,
cuando Cristo va a darle el último libro Inspirado, El Apocalipsis, dice: “Cuando
le vi, caí como muerto a sus pies”. (Ap. 1.17).
Se
trata de una caída espontánea, sobrenatural, que no provoca daño alguno, ni es
provocada por nadie.
Muy
diferente a las caídas provocadas por imposiciones de manos amañadas, por falsos
ungidos ministros, sólo para hacer alarde de una supuesta unción, de la cual
carecen.
Ante
la presencia de Dios, la carne se rinde, se postra, se abandona, cae sin
fuerzas; en plena y muda adoración a su creador.
Es
una caída donde no se pierde la conciencia, y uno queda en manos de Dios para
que le ministre algún don, fruto o ministerio; o simplemente para recibir paz,
gozo, dirección, fortaleza, etc.
En
otros casos, Dios derriba al hombre con amor y misericordia, no para hacerle
daño, sino bajarle de la plataforma de poder, soberbia y rebeldía; para mostrarle cuán indefenso y frágil se es
ante Dios.
Muchos
hombres necesitan ser derribados por Dios, para que puedan darse cuenta de su
propia pequeñez y de su insignificancia.
c) La
voz
“Oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por
qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Y los que iban conmigo, oyeron a la verdad la voz, pero no entendieron”.
d) La
aparición de Jesús
Pero
levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para
ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que
me apareceré a ti…
Pero los
hombres que iban conmigo no vieron a nadie”.
A
la humillación de verse en tierra, totalmente indefenso, Saulo tiene que sumar
un golpe devastador a todo su sistema religioso: su sumo sacerdote, sus líderes
religiosos, y él, estaban totalmente, equivocados. Los discípulos de Cristo tenían
toda la razón, el crucificado no está muerto, ¡Cristo vive!
Como
si Saulo dijera: “Lo estoy viendo, lo estoy escuchando, me conoce… ha dicho mi
nombre, y estoy indefenso, tirado ante Él yo, y todos mis hombres…”
e) La
ceguera de Saulo.
“Entonces
me levanté de tierra,
y abriendo los ojos, no veía a nadie (a causa de la
gloria de la luz)”.
Es
asombroso, que, aunque todos vieron la luz, sólo Saulo quedó ciego.
Es
como si Cristo le estuviera demostrando a él, con esa ceguera física, que así
ha estado en su religión: ciego espiritualmente.
4. AHORA SAULO TENÍA LA
OPCIÓN DE OBEDECER, O DAR COCES
AL AGUIJÓN:
“Oí
una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, Yo soy Jesús de
Nazaret, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón”.
En la época de Saulo, este proverbio se empleaba para describir la
inutilidad de resistirse a la autoridad o poder superior.
"Aguijón", era el nombre que se le daba a una vara de madera larga,
con punzón o parte afilada al final, que se usaba para arrear a un animal de
tiro y dirigirlo.
Dar coces contra el aguijón literalmente se refiere a la acción testaruda e inútil de los caballos que a veces reaccionaban, por instinto, dando coces o patadas hacia atrás, cada vez que el campesino les hincaba el aguijón, para dirigirlos. De esta manera expresaban su inconformidad, su molestia, su impotencia, su ira de ser punzados y tener que obedecer. Pero lo único que lograban era enfurecerse más, al punzarse más profundo ellos mismos, y al recibir más aguijones para que obedezcan.
Dar coces contra el aguijón literalmente se refiere a la acción testaruda e inútil de los caballos que a veces reaccionaban, por instinto, dando coces o patadas hacia atrás, cada vez que el campesino les hincaba el aguijón, para dirigirlos. De esta manera expresaban su inconformidad, su molestia, su impotencia, su ira de ser punzados y tener que obedecer. Pero lo único que lograban era enfurecerse más, al punzarse más profundo ellos mismos, y al recibir más aguijones para que obedezcan.
"Dar coces contra el
aguijón" significa oponerse o resistirse a una fuerza superior sin razón
ni posibilidad de vencer; eso era hacerse daño, perjudicarse uno asimismo y
perder.
“Dar coces contra el aguijón", es la vana resistencia del hombre a la
gracia divina, cuando Dios le llama para salvación y/o para el ministerio; y
para dirigir su vida en sus propósitos divinos.
Cristo llegaba en ese momento a la vida de Saulo, y se le presentaba; y
como si le dijera: “Saulo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; veme, aquí
estoy. Y ahora tú tienes dos opciones: seguir en mi contra, o hacer lo que yo
te diga. Pero antes que decidas, te recuerdo que: “Dura cosa te es dar coces
contra el aguijón”.
Amigo, cuando Dios llega a tu vida, es inútil que te resistas, no puedes
ganarle. Lo único que conseguirás es lastimarte más y más, tú mismo. No sufras
ni te lastimes. Mejor obedece a tu Señor y sé más feliz dentro de los
propósitos de Dios que te ama y quiere lo mejor para ti.
Lo mejor que debes hacer es como hizo Saulo de Tarso, en ese momento tan
crucial: tomó la mejor decisión de su vida, cuando aún en tierra, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué
quieres que yo haga?
5. SAULO FUE
MINISTRADO POR UN DISCÍPULO PIADOSO Y DE BUEN TESTIMONIO.
“Y Ananías, poniendo sobre mí las manos, dijo: Hermano
Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha
enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.”
“Y al momento me cayeron de los ojos como escamas, y
recibí al instante la vista; Y él me dijo: El Dios de nuestros padres te ha
escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su
boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.”
Ananías no era uno de los 12 Apóstoles, era sólo un
discípulo en plena comunión con Dios.
Dios puede usar la vida de cualquiera de sus hijos,
para cumplir sus propósitos, no sólo de
los “grandes ministros”.
De Ananías no
se habla nada, antes, ni se menciona después de este acontecimiento.
A diferencia de “los grandes ministros de ahora”,
Ananías no aprovechó la ocasión para hacerse campañas de publicidad como “gran
ministro ungido”, para ganarse adeptos. Ni le pidió a Pablo una generosa
ofrenda de fe, o de gratitud por haberle hecho recuperar la vista; ni le pidió
promesas, ni siembras de nada, como hacen hoy los falsos ministros.
Todos los que tienen algo de Dios, lo recibieron de
gracia, sin darle a Dios un solo centavo; por eso es de gracia. De otra forma
sería comprado. Y los que de gracia han recibido de Dios, de gracia lo
comparten con otros. Los que te cobran para ayudarte a tener “un encuentro con
Dios” o “para ministrarte”, esos son
“los vividores del Evangelio”. Apártate de ellos.
Y por último…
6. EL ENCUENTRO PRODUJO CAMBIOS POSITIVOS, GENUINOS Y DURADEROS.
El encuentro de Saulo de tarso con Jesús, sirvió
para darle salvación y ministerio. Saulo, el fiero perseguidor de la iglesia se
convirtió en el más grande defensor y promotor del Evangelio. De enemigo de
Cristo, a sufrido Apóstol del Señor.
Los cambios genuinos se dan en el alma, cuando la
mente y voluntad caen rendidas ante su Señor. A diferencia de esas actividades
encuentristas, donde sólo se manipulan las emociones y la mente, pero que no
producen una transformación interna, positiva y duradera. Pasada la emoción,
termina la buena acción y se vuelve a la vida pasada. Sólo se perdió tiempo y
dinero, para beneficios de otros.
El encuentro real con Cristo, siempre producirá
cambios, transformaciones genuinas, positivas y duraderas. Y todo esto, es
gratis, de Gracia. Regalo de Dios para ti.
Estimado hermano, deseo que tu encuentro con Cristo
haya sido genuino y esté siempre en tu mente, en tu diaria comunión y servicio
a tu Señor.
Estimado amigo, tú puedes tener un encuentro con tu
Señor, hoy, en el lugar que te encuentres, sin pagarle nada a nadie. Sólo
cierra tus ojos, dobla tus rodillas, y clama con todo tu corazón a tu Señor
Jesús; y Él estará a tu lado para escuchar tu arrepentimiento, entrar en tu
corazón y hacerte una nueva criatura.
Soy Genaro, tu hermano en Cristo.
Muchas bendiciones para el pueblo de
Dios, y ¡hasta la próxima!
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